No se sabe mucho sobre los orígenes de Mahamud, pero en este pequeño pueblecito esfumado en la parda tonalidad de la llanura se han desarrollado grandes episodios de la historia castellana. Muy cerca pasaba la calzada Romana que va desde Clunia a Cantabria, cruzando el Arlanza por el puente de Trajano en Tordomar.
Otros dan por sentado su origen Mozárabe, que repoblaron toda la zona: Zael, Villahizán, Tordomar, etc.
Para otros serían los Vascones, cuya iglesia sería la actual ermita de Báscones.
Sin duda el hecho más relevante fue la imposición del Capello Cardenalicio a Cisneros, el regente de Juana la Loca. Toda la corte del Reino de Castilla se encontraba en Santa María del Campo, en el famoso viaje funerario de Juana con el cadáver de su joven esposo Felipe el Hermoso y no queriendo juergas ni boatos, manda que se le imponga el Capello (un pequeño gorrito) en la cercana Mahamud. ¿Por eso se les llama Gorretes?
Si entras por el arco de Santa María, por el de Villahoz o el ya desaparecido de Vascones notarás la enorme importancia y grandeza de este pueblo.
Sus calles llenas de casas señoriales, con escudos y blasones, nos conducen a su enorme y magnífica plaza, centro geográfico y social del pueblo.
En el centro un esbelto Rollo, signo de su grandeza. El Ayuntamiento con sus amplias arcadas y fachada renacentista, sus casas simétricas y la Iglesia orgullo del pueblo y admiración de visitantes.
A ella entramos por la puerta de la plaza. Es tal el impacto, que brota instantánea la admiración ¡Qué Iglesia!
Si la primera impresión es gratificante, no es menos su detallada visita.
Tienes dos partes muy diferenciadas: Sus tres naves protogóticas del siglo XIII y un crucero amplísimo con su ábside del XV, con sus preciosas columnas, capiteles y bóvedas que no te cansas de mirar.
La Barrica de la Oca
lunes, 28 de julio de 2008
Mahamud
miércoles, 2 de julio de 2008
El Fuego de San Antón y los monjes Antonianos
Muy cerca de Castrogeriz se encuentran las ruinas del monasterio de San Antón. Fue regentado desde antiguo por la orden de los antonianos, que se dedicaron al cuidado y la cura de los enfermos por el "fuego de San Antón", así llamado por la sensación de quemazón interna que padecían los afectados que se complicaba con procesos gangrenosos en las extremidades. Esta orden, rodeada de un halo de misterio y misticismo similar al de otras, ofrecía cobijo y cuidados exclusivamente a estos enfermos. Al resto de los peregrinos sólo se les dejaba comida en unos tornos para que siguieran su camino (restos de estos tornos se encuentran en estas impresionantes ruinas). Cuidaban a los enfermos y les entregaban "tau" de madera para su protección. No era extraño que estos monjes se viesen obligados a practicar amputación de extremidades en casos extremos y tampoco lo era que los curados enviasen exvotos de madera o cera al monasterio representando sus extremidades curadas, lo que hizo que corriera la leyenda negra de que los monjes exhibían los miembros amputados. En tiempos modernos se supo que la enfermedad estaba causada por un hongo parásito del centeno. En el norte de Europa, donde el alimento básico era pan de centeno, proliferó esta enfermedad. Al entrar en territorios como España donde no se consumía este producto, los enfermos iban sanando hasta llegar a Santiago ya curados, con lo que el hecho se atribuía a la intervención del Apóstol y de los antonianos, que vieron así crecer significativamente su prestigio.